(Perdón por la tardanza en publicar esta entrada. Estaba prevista, y casi rematada, para mediados de la semana pasada, pero diversas circunstancias que detallaré en los próximos días me obligaron a retrasarla. Este tema, por tanto, ya no es de actualidad, pero me sigue pareciendo que merece la pena compartirlo. Y ahora lo comienzo como hacía el lunes pasado, cuando empezaba a escribir)
Vale, para mí todos lo son. Pero si digo que este finde ha sido especialmente baloncestístico es porque al fin he combinado mis tres facetas: árbitro, jugador y entrenador. Y con sustos y sorpresas, además. Ya lo veréis.
El baloncesto comenzó muy temprano la mañana el sábado, pues los chicos de Defensores do Morrazo, sus papis y sus entrenadores (es decir, Jose y yo mismo) debutamos en nuestras respectivas funciones a las 10 de la mañana. Y en una cancha muy especial para mí: la del colegio de La Enseñanza-Compañía de María de Vigo. Todo iba muy bien: las esperadas camisetas quedaron genial; las sudaderas, incluso mejor; los chicos estaban entusiasmados... Hasta que llegó la mala noticia de que uno de ellos, Xoán, está enfermo y no va a poder jugar. Pero el espíritu de equipo de estos niños (y sus padres) es tan grande, que aún así lo trajeron a Vigo (recordemos que las familias son de diferentes lugares de la comarca del Morrazo, a una media de 20 km de Vigo).
Una vez en la pista, llevé el calentamiento con normalidad, mientras Jose se encargaba de departir con el equipo arbitral los pormenores de nuestra inscripción en el acta. Esto último me trajo la gran sorpresa de que me puso como primer entrenador, de forma que tuve el placer y la responsabilidad de "dirigir" a los niños en primera persona desde el banquillo. De modo que debuté oficialmente como entrenador, y frente a una leyenda de las pistas y los banquillos vigueses, gallegos y españoles: Ángeles Liboreiro, que además es una persona a la que aprecio y por la que siento una gran admiración.
En lo deportivo, el partido no tuvo gran cosa. Nuestros niños lucharon y pelearon, pero cayeron sin paliativos. El mejor aspecto fue el ataque, puesto que metimos 19 puntos, que serán muchos más en las próximas semanas a poco que pulamos un par de detalles. Por contra, nuestro peor aspecto fue la defensa, al encajar 70 puntos, que son muchos. También es verdad que el equipo de Compañía tenía un niño muy, muy bueno. Pero, sinceramente, nuestros niños hicieron un partido francamente bueno. Hay que recordar que es la primera vez que compiten, que algunos de ellos son más pequeños, y que nos ha tocado un grupo fuerte.
A continuación me fui a pitar un partido infantil autonómico totalmente intrascendente, y francamente mediocre. Se controló sin problemas, y sin mucho que comentar.
Ya por la tarde, me tocó vestirme de corto. Mi equipo de los Salesianos se enfrentó a Os Seixos en un partido muy duro, pero que tuvimos atado en todo momento (de hecho, ganamos por veintitantos puntos). Yo acabé contento por el equipo (algo habitual) y por mi aportación personal (menos habitual jeje), porque cerré bien el rebote, defendí mucho (cuatro tapones) y anoté con relativa facilidad. También me llevé tortas como panes, esos tíos repartían que daba gusto ;)
Al acabar, una buena ducha, charla con los compañeros y a casita... en teoría. Resultó que en el móvil tenía una llamada de la secretaría del Comité de Árbitros, algo muy poco habitual, la verdad. Mientras pensaba qué podía haber pasado, no sin cierta preocupación, me llamó un compañero y amigo de categoría superior, Jorge. Me dijo que teníamos que haber ido juntos a pitar un partido de senior masculino autonómico (Liga FGB), pero que había habido un error en las designaciones y nadie nos había avisado. Esto último me supuso un gran alivio, puesto que lo primero que pensé fue que se me había ido la olla y me había equivocado al leer la designación para el fin de semana. Pero nada más lejos de la realidad, a Dios gracias.
Después, hubo que leer toda suerte de improperios e insinuaciones, que naturalmente no voy a reproducir, en un conocido foro de un club de la categoría (que tampoco voy a decir cuál es, para no dar publicidad a esos energúmenos). Y todos ellos sin tener ni idea de lo que había pasado, claro está, y sin el menor interés por saberlo. Es un mal asunto un foro donde todos los participantes participan como "anónimo".
El fin de semana de este curso baloncestístico (Andrés, cómo te echamos de menos) se cerró con un sencillo partido en A Cañiza. Como único comentario, decir que me sorprenden muy gratamente los progresos en el arbitraje de mi compañera en este encuentro, Sofía. Buen trabajo, y a seguir mejorando. Y es que la formación de un árbitro, como de tantas otras funciones de la vida, no termina nunca.
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